Quizás sea una paranoia del que les escribe, pero creo que algo le pasa a nuestra democracia cuarentona cuando tras pasar por el obligado trámite de la campaña electoral y estar a día de hoy sufriendo los coletazos de las dos últimas jornadas domingueras, según una encuesta sólo un 7,5% de los votantes se arrepienten de la papeleta elegida para llenar la barriga de esas urnas donde unos introducen deseos y anhelos y otros extraen poder y el cumplimiento de sueños, eso sí propios. Curiosa transformación la que sucede dentro de esas cajas transparentes, ya que su contenido elige a los que en muchas ocasiones actúan luego de la manera más opaca posible.
Se me ocurren diversas explicaciones que se pueden aplicar para enumerar los factores que conduzcan al resultado de esta ecuación del 7,5% de arrepentidos, pero ninguna consigue satisfacer totalmente mi desazón por comprender cuales son los mecanismos para que recibamos la bofetada de este porcentaje tan irrisorio.
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