Ahora que la apolillada y viejuna Federación de Asociaciones de Periodistas (FAPE) no ha tenido más remedio que aceptar como requisito imprescindible para pertenecer a ella tener el título o grado en Periodismo o Comunicación Audiovisual es cuando algunos iluminados se rasgan las vestiduras denunciando la tropelía e inmoralidad de aquellos que defendemos que es necesaria la titulación para ejercer como periodista. Precisamente, las mentes pensantes de la Fape y de algunas de las grandes asociaciones de periodistas de nuestro país se habían opuesto a dar este paso para evitar justamente esto, que algunos sectores del supuesto periodismo patrio enarbolara la bandera de que actualmente puede ser periodista cualquiera. Y no se engañen, este paso de la Fape ha venido dado por el soplido en la nuca de los Colegios de Periodistas, que siempre han defendido la titulación o grado como requisito indispensable para ejercer. Es lo único que explica que se hayan tardado tantos años en cerrar por fin una puerta de atrás que daba acceso a la Fape a ciertas personas sin título pero con una experiencia concreta.
Es curioso, por no decir caradura, que uno de los argumentos de aquellos que defienden que en España habitan 46 millones de periodistas es siempre que un trozo de papel como es un título universitario no vale para nada. ¿Pero entonces por qué muchos de los que pregonan eso luego han entrado en Fape por el atajo, borrado del mapa por fin, para únicamente conseguir un carné de plástico? Es paradójico e hipócrita ¿No creen? No se imaginan algunas de las personas que han utilizado esa vía de entrada. Y no me refiero a viejas glorias ni a dinosaurios del pleistoceno periodístico, que como se pueden imaginar comparten quinta con los que hasta ahora no habían dado el brazo a torcer en la Fape y que se siguen negando a asumir que el periodismo no es un oficio ni un hobby, sino una profesión, y como tal se requiere una formación reglada para ejercerla.
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