El periodismo vive una etapa complicada por factores tanto internos como externos, lo que ha provocado una pérdida de credibilidad entre la ciudadanía, un problema que se ha acentuado debido a la proliferación de las noticias falsas, que tanto daño están haciendo al periodismo aunque en la inmensa mayoría de las ocasiones tanto su origen como su transmisión no tengan nada que ver con los medios de comunicación.
Existen diversas recetas para luchar contra la desinformación y las noticias falsas y una de ellas pasa por potenciar algunos géneros periodísticos como por ejemplo el periodismo narrativo, el cual tuvo un protagonismo muy importante este verano en tierras leonesas con la celebración del curso de la UNED «Periodismo narrativo en tiempos de noticias falsas. De lo universal a lo local. Voces de mujer». El periodista leonés Carlos Fidalgo, codirector de esta acción formativa, nos da las claves sobre lo que el periodismo narrativo puede ofrecer a la profesión en estos momentos tan inciertos.
¿Cómo surgió la idea de convertir a Ponferrada este verano durante unos días en el epicentro del periodismo narrativo de nuestro país?
Todo comenzó con una noticia sin contrastar que se coló en la prensa ‘seria’ a raíz del atentado de Las Ramblas en el verano de 2017. Alguien dijo que los terroristas se habían encerrado en un restaurante con rehenes. Luego la Policía lo desmintió, pero los digitales ya habían incluido el dato en sus informaciones de urgencia. Ahí teníamos una prueba de que las prisas por ser el primero en contar la realidad nos pueden llevar a contar algo que no es cierto. El segundo impulso vino del linchamiento en México de dos hombres por una turba, dos hombres acusados en redes sociales de secuestrar niños para quitarles los órganos. No era cierto, claro. Murieron quemados vivos después de que una multitud los sacara del calabozo donde la Policía los había encerrado para protegerles. Y el tercer impulso lo encontré en un tuit de la corresponsal de la agencia EFE en Estados Unidos, Raquel Godos, que escribió que el Nuevo Periodismo ya no es informar, si no desmentir. Y pensé que el Periodismo Narrativo, lo que en otro momento se llamó Nuevo Periodismo, el que usa las herramientas de la literatura para contar la realidad era la mejor respuesta que podemos dar los periodistas ante la amenaza de las Noticias Falsas, la desinformación y las prisas que trae el nuevo soporte digital. La idea es que lo importante no es ser el primero en contar algo, sino ser el que mejor lo cuenta.
¿Qué balance harías del curso tanto desde el punto de vista de la calidad de las ponencias como de las opiniones mostradas por los alumnos?
Algunos alumnos, antiguos profesionales o profesionales en ejercicio, nos han dicho que ha recuperado la ilusión por el periodismo o han encontrado herramientas para mejorar su trabajo. Otros, estudiantes, lo ha recibido como un estímulo. Fueron tres días intensos, con unos ponentes estupendos, desde Sergio del Molino, que nos habló de la génesis de su libro ‘La España vacía’ a Espido Freire, que emocionó a los asistentes con su conferencia de cierre, desde Olga Rodríguez, que nos recordó la dimensión ética que tiene esta profesión y el compromiso que supone contar la realidad, a Macarena Berlín, que nos contó lo difícil que ha sido para las mujeres periodistas que las tomen en serio. Hay que agradecerle a la UNED que apostara por este curso, y a la APL que nos apoyara con descuentos en la matrícula para los asociados. Los resultados han sido tan buenos que vamos a seguir adelante el año que viene.
¿En qué situación se encuentra actualmente el periodismo narrativo en nuestro país?
En los medios que todavía cuentan con plantillas muy profesionales siempre asoman chispazos de periodismo narrativo. Textos donde se filtra la literatura, un enfoque más creativo, una escritura cuidada. Hay medios nuevos como la revista 5W que apuestan por reportajes de fondo. Pero en general, la inmediatez de lo digital, la precariedad laboral y la crisis de las empresas periodísticas está arrinconando los enfoques más elaborados a la hora de contar lo que pasa.
¿Cuáles son las claves sobre las que se apoya un buen periodismo narrativo?
Contar la realidad con las armas de la literatura. Y esta es una definición del periodista argentino Roberto Herrscher que resume muy bien lo que es el periodismo narrativo. Afrontar un texto periodístico como si fuera un texto literario, pero sin salirse de la frontera de la realidad. Contar la realidad como si fuera ficción, pero sin olvidar que no es ficción. Darle voz a las personas, más que a los datos. A los personajes anónimos antes que a los conocidos. Y estar pendiente de los detalles, del detalle revelador del que hablaba Kapuscinski y que puede servir para describir un escenario y captar la esencia de un conflicto.
¿Si tuvieras que decir un par de referentes del periodismo narrativo, con quien te quedarías y por qué?
He citado a Kapuscinski. Y en mi ponencia del curso, escojo a dos periodistas imprescindibles, porque marcan el inicio y el punto más alto al que ha llegado el periodismo narrativo, y los dos con un tema que tiene a la amenaza nuclear de fondo. Me refiero a John Hersey, autor en 1946 del grandioso reportaje ‘Hiroshima’, que contó las consecuencias del primer bombardeo atómico desde el punto de vista japonés. Y de Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura, y autora de una obra tan escalofriante y tan emocionante como ‘Voces de Chernóbil’, donde de nuevo habla con las víctimas del accidente nuclear.
¿Cuándo y por qué comenzaron tus primeros contactos con esta vertiente del periodismo?
Con Gabriel García Márquez, otro estupendo periodista narrativo, que se sentía más periodista que escritor. En la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, hace más de veinte años. Me pareció una forma de aunar dos vertientes del oficio y el arte de escribir, de contar historias.
¿Existen complicaciones añadidas al apostar por el periodismo narrativo en medios locales?
Claro. La falta de personal, de tiempo, de medios. La necesidad de publicar lo urgente antes que lo importante. La falta de la pausa necesaria para darle a un tema el enfoque que merece. La precarización laboral va en contra de este tipo de periodismo. Y el descenso en la profesionalidad de las plantillas. Me gustaría que en las redacciones hubiera más gente que leyera literatura. Esa es la clave.
¿Todos los temas permiten hacer un buen periodismo narrativo o existen algunas temáticas que no se ‘llevan bien’ con este periodismo?
Es difícil hacer periodismo narrativo con una rueda de prensa de un político, o con los cruces de declaraciones, con la información institucional. Es difícil, pero no imposible. Hay que atreverse.