Vaya fiasco. Desde hace años nos vienen inyectando en pequeñas dosis el miedo y las consecuencias catastróficas que tendría un ataque cibernético a gran escala a través de un virus que contagiara servidores y ordenadores de todo el mundo y resulta que es una microscópica entidad biológica la que está consiguiendo propagar el miedo y la histeria a toda la tierra. El coronavirus Covid-19 nos ha recordado que seguimos estando hechos de carne y hueso y no de microchips ni de procesadores. Otra lección que nos ha dado este invitado sorpresa es la relacionada con los aspectos negativos de vivir en un mundo globalizado, no todo iba a ser bueno. Hace unos meses nos ‘reíamos’ de lo que estaba pasando en China y ahora ‘lloramos’ por lo que nos está pasando en tierra patria.
Lo que está ocurriendo será estudiado en el futuro en todas las universidades, o eso espero, ya que al menos significará que hemos encontrado la salida a este laberinto que cada día que pasa gana en complejidad. Al haber sido algo gradual no ocurrirá como por ejemplo con el 11-S en el que todos recordamos dónde estábamos y qué estábamos haciendo, pero creo no equivocarme si les digo que vamos a tardar mucho tiempo en olvidar las consecuencias del coronavirus Covid-19, que está haciendo temblar los pilares de nuestra sociedad del mismo modo que esos dos fatídicos aviones lo hicieron con los de las Torres Gemelas.
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