Pues sí, parece ser que la Luna va a tener Internet antes que muchos pueblos del pedazo de tierra que visto desde ella tiene forma de cabeza humana. Y no, no me refiero a la comarca leonesa de Luna, ojalá fuera eso, hablo de la Luna que tenemos encima de nuestras cabezas. Esta paradoja nos regala una lección contundente, si se quiere, se puede. De lo que se desprende que si en 2020 hay muchas zonas rurales en nuestra provincia y en otras comunidades autónomas sin una conexión digna de Internet, es porque quienes tenían que encargarse de ello han dirigido la mirada a otros lugares. Y no me refiero a las estrellas, sino a unos intereses y objetivos puramente terrenales.
El proyecto de crear una red de Internet en la Luna tiene como objetivo poder fijar allí población de astronautas, lo que no sería posible sin una conexión de calidad. Esto es precisamente lo mismo que se viene reclamando desde aquí abajo, cambiando, eso sí, astronautas por personas con los pies en la tierra. Luego nos extraña que las personas huyan despavoridas de las zonas rurales y que emprender un proyecto personal y empresarial en dichas latitudes sea casi más difícil que pisar la superficie de la esfera que nos vigila cada noche desde las alturas.
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