Las contradicciones lo son tanto en la tierra como en el aire. Y si no, que se lo digan al galapagueño Iglesias, que ha pasado de cabalgar en contradicciones, como él mismo reconoció hace unos años, a volar en contradicciones tras meterse en un avión junto al despiadado monarca español para viajar hasta Bolivia y ser testigos de la toma de posesión del presidente boliviano Luis Arce. Entre ida y vuelta, 28 horas juntos en un habitáculo relativamente reducido y sin vía de escape, ejerciendo de testigo de excepción la ministra de Exteriores, Arancha González Lara.
La duda razonable que nos asalta a todos los mortales es la temática de la conversación entre ambos. Lo más inteligente sería preguntar a la ministra, aprovechándonos de la sinceridad de la que hace gala, como demostró hace unos días al desvelar por fin en qué consistía el plan del Gobierno para luchar contra las noticias falsas al afirmar que «no se trata de limitar la libertad de expresión pero sí se trata de limitar el que se puedan vehicular falsedades a través de los medios de comunicación, que hoy son los periódicos, las radios, las televisiones y las plataformas digitales, que falsean el debate público, que manipulan a nuestra población y que pueden causar un gran quebranto a nuestra democracia». Si alguien todavía tenía dudas sobre los peligros de esta iniciativa espero que haya tomado nota. Pero cuidado, chirría de sobremanera cuando desde la bancada popular se rasgan la camisa clamando al cielo por este atropello a la libertad de prensa, cuando ellos intentaron lo mismo en la legislatura anterior. Pero volvamos a Bolivia y al viaje de enamorados entre Felipe y Pablo.
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