Mientras planificaba una escapada a nuestra vecina Portugal me topé con un hecho que debe hacernos reflexionar sobre dónde estamos y lo más preocupante, el futuro que nos espera. Estaba buscando planes interesantes para hacer en Oporto, cuando entre las diferentes posibles visitas turísticas me salió ‘Tour para Instagram’. La primera idea que me asaltó fue que quizás lleve durante décadas cayendo una y otra vez en el mismo error. Tengo que reconocer que siempre he pensado que las vacaciones se organizaban para el disfrute de uno mismo y de sus acompañantes, pero lo que se esconde detrás de ese ‘para’ no es baladí. Resulta que ahora el éxito de tus vacaciones también depende de otros, en este caso de tus seguidores de Instagram. Es kafkiano que una persona, durante unos días que deberían ser de desconexión y disfrute personal, se autoimponga la exigencia de que ya no sólo tiene que pasarlo bien, sino que tiene que parecerlo.
El anuncio del ‘Tour de Oporto para Instagram’ indica que durante el recorrido habrá un guía especializado que ayudará a los turistas a realizar sus propias instantáneas. Ya ven, da lo mismo la historia que escondan los edificios o lugares convertidos en estudios de fotografía, lo importante es cómo captar las imágenes y elegir la mejor perspectiva. Así nos va. La dictadura de la imagen y de la apariencia ha llegado hace ya tiempo para quedarse. Ya no importa si eres feliz o no en tu vida real, con que tengas tu dosis diaria de ‘Me gusta’ es suficiente.
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