Lo sé, en ocasiones peco de ingenuo, pero es que hay momentos en los que la ingenuidad es la única aliada para denunciar situaciones que nunca deberían suceder, pero que son tan habituales que la ciudadanía las acepta como normales. Lamentablemente las campañas electorales son un periodo en el que se pisotean sin rubor valores y conceptos básicos, pero ya saben, para algunos el fin justifica los medios. La falta de rigor, coherencia y respeto a la verdad son los ingredientes del menú tan poco saludable, democráticamente hablando, que nos dan de comer.
Uno de los alimentos de dicho menú son las encuestas, que según la RAE son un conjunto de preguntas tipificadas dirigidas a una muestra representativa de grupos sociales, para averiguar estados de opinión o conocer otras cuestiones que les afectan. Ya están tardando sus académicos en actualizar dicha definición y cambiar el verbo ‘averiguar’ por ‘manipular’.
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