La ‘maglia negra’ de la vida
Victoria y derrota. Dos conceptos a priori antónimos, pero cuya relación de antonimia va mutando en ocasiones hasta convertirlos prácticamente en sinónimos. Y es que hay victorias con aroma de fracaso y derrotas con sabor a triunfo. La sociedad nos obliga a buscar siempre pasar los primeros la línea de meta. Nadie quiere ser el último. El problema es que ganador sólo puede haber uno y el resto entonces automáticamente nos convertimos en perdedores. El único consuelo en estos casos es al menos ser el penúltimo y así evitar tener el dudoso honor de ocupar el último lugar. De esta manera, aparentemente podemos dormir tranquilos ya que hay alguien peor que nosotros, pero obviamos que en ocasiones ser el último también tiene su recompensa. Eso sí, ganar perdiendo no está al alcance de todos.
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