Muramos todos para vivir en vida
Hay vivos que se comportan como muertos y muertos que parece que todavía están vivos. La vida y la muerte están separadas por un instante, una casualidad o el destino, nombre que dan algunos a aquello que supuestamente tiene que pasar, lo quiera o no el protagonista. Nuestra cultura, o al menos en la que muchos de los presentes nos hemos criado por estos lares, nos hace dar la espalda a la muerte para así no mirarla a los ojos, pero sin poder evitar que con el paso de los años vayamos girando poco a poco nuestro rostro hasta que sin darte cuenta, ya estás mirando de frente, o en el mejor caso de reojo, a las cuencas vacías del cráneo de la Muerte. Nuestra idiosincrasia, nuestros miedos, nuestras creencias religiosas, nuestras incertidumbres más íntimas… hacen que ante cualquier actividad relacionada con «el último suspiro» tengamos sentimientos encontrados de muy diversa índole.
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