Avergonzado me siento como hombre y como periodista. Nunca me llegué a imaginar que profesionales de la información protagonizaran ciertas reacciones tras conocerse que el Colegio Profesional de Periodistas de Castilla y León organizaba un taller de corresponsabilidad en tareas domésticas para periodistas de sexo masculino. Basta decir que todo el mundo puede expresar su opinión, pero igual de cierto es que tanto para opinar como para difundir una noticia lo primero que hay que hacer es informarse. Que una persona caiga en el error de hablar de algo sin tener toda la información es reprochable, pero que lo haga un periodista es inaceptable y vergonzoso. Uno de los principios básicos de nuestra profesión es que antes de hablar sobre algo hay que acudir a las fuentes y contrastar la información. Pero por lo leído estos días, parece que a algunos se les ha olvidado lo que son o lo que es peor, sus instintos han arrinconado a los valores fundamentales del periodismo.
A excepción del director de Cuestión de Prioridades de La 7, que aprovechó mi presencia en el estudio como tertuliano para preguntarme sobre los objetivos del taller, ningún periodista se ha puesto en contacto conmigo ni con el Colegio para pedir más información o preguntar por los contenidos de dicha actividad. Pero eso sí, algunas personas del gremio se han despachado a gusto con afirmaciones que faltan a la verdad y basándose sólo en sus propias fobias y filias.
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