No sean mal pensados. No me refiero a la situación actual del terruño leonés ni a la de la tierra patria nacional. Aunque poco falte para llegar a esa situación. Y sin olvidarnos de que en esos dos asuntos existen muchos traidores, agentes dobles e incluso operaciones de bandera falsa. Pero no, la ‘Destrucción masiva’ de la que hablo hoy es de la que nos narra en su último libro el periodista y escritor Fernando Rueda, uno de los mayores expertos en servicios de inteligencia de nuestro país.
¿Se acuerdan del ‘tricicle’ de las Azores? ¿Y de esas armas de destrucción masiva que sólo existían en algunos informes, que en vez de informar lo único que pretendían era contentar a sus amos, para así darles una coartada para ellos sí, destruir masivamente a su antojo? Espero que la arena del desierto del tiempo no haya cubierto esos recuerdos hasta conseguir desvanecerlos, porque no debemos olvidar que la sangre que tiñó de rojo la arena de Irak también se escapó mortalmente de cuerpos de compatriotas nuestros, como los ocho agentes del CNI masacrados en los dominios del sátrapa Sadam Hussein. Y son precisamente las sombras de esos ocho hombres las que persiguieron durante años a Fernando Rueda para que como él mismo dice, convertirse en su albacea.
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