11/04/2020

El día después

Por Pedro Lechuga Mallo

Claro que habrá día después. No llueve eternamente. Y no debemos sentirnos mal por hacer cábalas sobre lo que ocurrirá cuando acabe todo esto. El drama nos espera a los pies de nuestras camas cada día que nos levantamos. Las miles de personas que se han ido, y las que se irán, nos acompañan durante toda la jornada, es imposible huir de ellas, salvo que optemos por la opción de hacer un ayuno mediático. Aunque ni con eso sería suficiente, ya que a las ocho de la tarde unos aplausos nos despertarían del aislamiento. Pero este lastre emocional no puede impedirnos pensar en lo que pasará después, ya que aunque el futuro no se presenta muy esperanzador, al menos nos hace sentirnos vivos ahora y lo más importante, proyectamos que también lo estaremos cuando finalice el reto que la naturaleza nos ha regalado.

Psicólogos y sociólogos están devorando bibliografía para recordar cómo actuaron los seres humanos ante situaciones extremas similares y de esta manera prever cómo lo haremos nosotros ahora. Eso sí, habrá que diferenciar entre la respuesta individual y la dada por los que ocupan los sillones de cuero del poder. Hay expertos que se aventuran al afirmar que el Covid-19 modificará la manera de relacionarnos y que provocará grandes cambios en nuestras rutinas diarias. Lo que no dicen es si estas variaciones serán en positivo o en negativo. No nos engañemos, hasta ahora estábamos disfrutando, al menos en España, de nuestro modo de vida. Y por esta razón, quiero pensar que en relativamente poco tiempo volveremos al día a día que teníamos hasta hace unas semanas. Tendremos que pasar el correspondiente duelo y luchar contra los miedos de los que nos hemos contagiado, pero volveremos, o eso espero, a recuperar nuestra calidad de vida. Lo único que echaremos de menos cuando todo esto pase, es la amabilidad generalizada que actualmente impera allá donde vayas. Es curioso, pero el Covid-19 ha conseguido que nuestra sociedad sea más amable, pero no se engañen, que esto también volverá a sus tornas cuando despidamos a este invitado, que nos avisó con tiempo que nos visitaría, pero al que no quisimos escuchar y por esta razón, no estábamos preparados para recibirle como se merecía.

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