11/04/2019

En un lugar de la Mancha…

Por Pedro Lechuga Mallo

Estoy cansado, indignado, hastiado, defraudado, enfadado… y así podría seguir enumerando los estados de ánimo que me asaltan cuando pienso en lo ocurrido este fin de semana en Albacete. Pensaba que éramos diferentes o quizás quería creerlo, aunque las experiencias y vivencias pasadas deberían desterrar de mi mente cualquier atisbo de optimismo.

Nosotros que estamos cansados de denunciar públicamente actitudes de personajes y colectivos de todo tipo que pisotean continuamente la moral, la ética y la lógica; rasgándonos la camisa en defensa de los derechos y libertades de personas, animales y cosas, resulta que cometemos los mismos errores que un día sí y otro también llenan nuestras crónicas. Algunos me dirán que puede estar provocado por una variante del Síndrome de Estocolmo. Sea así o no, lo que está claro es que el espectáculo del que pudimos ser testigos unos cuantos privilegiados o sufridores, según cómo se mire, durante la celebración de la asamblea de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España corrobora que somos iguales o peores que los otros, aquellos a los que descuartizamos, mediáticamente hablando, cuando no dudan en sobrepasar ciertos límites.

Durante el trayecto a la ciudad de ‘Iniesta de mi vida’ cuando pasaba con mi carruaje de cuatro neumáticos por el lugar del que no quiso acordarse un aficionado a la escritura, conocido por algunos como Miguel de Cervantes Saavedra meditaba si durante la asamblea me quedaría cara de Don Quijote o de Sancho Panza. Barajaba diferentes escenarios, algunos de los cuales me harían mutar en el caballero de la triste figura y otros que me empequeñecerían de altura al mismo tiempo que crecía en cintura hasta convertirme en Sancho Panza. Tengo que reconocer que entré al escenario de la asamblea al día siguiente sin ningún favoritismo por uno de los dos, pero tras lo ocurrido allí se me quedó cara de Rocinante o de Rucio. Y no seré yo quien diga la cara que se les quedó al resto, allá cada uno con su conciencia, si es que algunos de los allí presentes saben lo que es.

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