La hipocresía y poca vergüenza de la que están haciendo gala algunos desde que se conocieran los resultados de las elecciones europeas es de nota. Me refiero a las rasgaduras de vestiduras que se están escenificando a costa de los resultados conseguidos por ‘Se acabó la fiesta’ liderado por Alvise Pérez.
Los análisis hechos desde las tribunas políticas y las tertulias por algunos opinadores yerran el tiro al señalar el origen del éxito de este tipo de movimientos. Los argumentos que esgrimen es que se ha basado en la desinformación y en los bulos para conseguir adeptos. Otros se muestran ojipláticos porque haya 800.000 personas que voten a un partido sin un programa que se sustente por sí solo. Es más, en algunas valoraciones sobre el perfil de sus votantes se deja entrever que es gente fácilmente manipulable. Y así una serie de posicionamientos, que no digo que falten a la verdad, pero que sí destilan hipocresía en estado puro.
No comparto ni las formas ni el fondo de la estrategia de Alvise Pérez, pero del mismo modo, tampoco estoy de acuerdo con los lamentos de los partidos políticos con solera. Si la fórmula utilizada por Alvise Pérez funciona es porque algunos políticos han degradado tanto la política actual que la gente está harta de la desconexión entre los sillones de cuero y el pueblo. Todavía no he escuchado a ningún político entonar el mea culpa y reconocer que su mal quehacer es una de las causas por las que los populismos calan entre la población.
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