El buen periodismo se basa en contar historias. Esta máxima no debe limitarse solo al periodismo que se ejerce en los medios de comunicación. Al igual que ocurre con la ética y el código deontológico de la profesión, un periodista no debe dar nunca la espalda a estos principios básicos, indiferentemente del área del periodismo o de la comunicación en la que desarrolle su labor profesional. Y la comunicación corporativa no es una excepción. Y es que contar historias de un modo ético es un objetivo que deben compartir los profesionales que trabajan en los medios, en la comunicación corporativa y en la publicidad.
Todavía hoy algunos sectores del periodismo se niegan a aceptar que nuestra profesión ha evolucionado y que en la actualidad se puede ejercer periodismo en un gran número de soportes y áreas vinculadas con la comunicación. No hay periodistas de primera y de segunda. Es indiferente que estén cubriendo un conflicto bélico, las sesiones del Congreso de los Diputados, la rueda de prensa de un equipo de fútbol de tercera división, un pleno de un ayuntamiento de menos de 1.000 habitantes o lleven la comunicación de una entidad pública o privada. Todos ellos son periodistas por igual. La única diferenciación que se debe hacer es entre buenos y malos periodistas.
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