Disfruten al máximo cada segundo de la jornada de reflexión de hoy. Lo tienen más que merecido después de estas últimas semanas de crispación, mentiras, manipulación, insultos e intolerancia. Me detengo en esta enumeración, aunque lamentablemente podría continuar unas cuantas líneas más con palabras descriptivas de lo que hemos tenido que aguantar durante la campaña electoral.
Si todas las fiestas son como la llamada ‘Fiesta de la Democracia’, apelativo mal asignado a las elecciones, casi prefiero ser invitado a un entierro. De lo que no hay ninguna duda es que sí es un espectáculo, pero con todas las connotaciones negativas que se les puedan ocurrir. El problema ya no es que los políticos y sus asesores protagonicen un papel totalmente impostado, la gravedad de la situación es que hay gente que se lo cree y no es capaz de discernir lo que es o no real. Súbitamente se autoinflingen una ceguera ideológica y partidista que les impide ver con nitidez lo que les rodea.
Lee aquí el artículo completo publicado en La Nueva Crónica.