Quizás me esté volviendo viejo. Quizás viviera en una ilusión y el paso del tiempo me esté reconduciendo por el camino de la lógica. Quizás esté cayendo en un error y el único culpable de mi hastío sea yo mismo. Quizás exija más de lo que debiera al de enfrente. Quizás me autoimponga unas metas que no me corresponden. Fuera de una u otra manera, cada vez se aleja más de mi pensamiento esa idea romántica de que la unión hace la fuerza y de que las personas estamos comprometidas con dejar al lado intereses personales por el bien común.
No se confundan, no me refiero exclusivamente al mundo de la política, por el que transito con regularidad en esta columna. No sería honesto si sólo pusiera el foco en ese ámbito, para así tapar las miserias de otros colectivos o sectores.
Lee aquí el artículo completo publicado en La Nueva Crónica.