El otro día me mandaron un enlace con una noticia sobre una nueva serie de televisión y su marcado posicionamiento político. La utilización del entretenimiento para manipular a las masas y generar estados de opinión, que sean beneficiosos para ciertos intereses, no es algo nuevo. La historia del cine y de la televisión está plagada de ejemplos. Sólo hay que rascar un poco y ver los gobiernos o grupos empresariales que financian o colaboran con dichos proyectos para entender por qué la trama se desarrolla de una manera concreta, los perfiles de cada protagonista y el papel que juega cada uno de ellos.
La gran ventaja de utilizar el entretenimiento para manipular o influir en los pensamientos o valores de la ciudadanía es que cuando una persona está consumiendo información a través de un medio de comunicación está alerta y puede poner en duda ciertas informaciones, pero cuando está viendo una película o una serie ha desconectado sus mecanismos de defensa. Después de una jornada interminable en el trabajo y el desgaste psicológico de las preocupaciones diarias cuando vamos al cine o nos sentamos a ver la televisión lo que queremos es desconectar del mundo y evadirnos a través de historias de ficción. Y ahí está el problema, nos van colando mensajes interesados que nosotros no percibimos como tal.
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