No entiendo cómo hay gente a la que le ha sorprendido las dos caras del gran defensor de la paz y de la libertad Arnaldo Otegi. ¿Pero de verdad que alguien pensó que al quitarse el pasamontañas nos mostraba su rostro real? Es alarmante el virus de la desmemoria que asola a este país, en el que las víctimas son maltratadas y los verdugos se aprovechan de las bondades de nuestra democracia.
Una vez más Otegi y sus secuaces tienen un doble discurso, el que utilizan de cara al público disfrazándose de ciudadanos supuestamente arrepentidos y el de verdad, el que vociferan en privado como en la reunión de Eibar de hace unos días, en la que dejó claro que lo único que le importa es sacar de la cárcel lo antes posible a los asesinos que mataron a las víctimas a las que unas horas antes, les dedicó unas palabras diciendo que sentía su sufrimiento y que éste nunca debió producirse.
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