Pillome en tierras de Don Pelayo, al igual que me sucedió el 1 de octubre de 2017, día en el que unos pocos pisotearon los derechos de unos muchos. Al leerla, lo primero que pensé fue que era una inocentada, pero no, era día 27. Así que la noticia de que en el pleno del Ayuntamiento de León se había aprobado el inicio de los trámites para divorciarse de Castilla y romper este matrimonio autonómico de conveniencia era real.
Respeto y entiendo que haya personas que piensen que León se merecía otros compañeros de viaje democrático, pero lo que no puedo comprarles es que afirmen con rotundidad que a nuestra provincia le hubiera ido mejor si no hubiéramos formado parte de Castilla y León. Lo siento, pero les guste o no eso nunca se sabrá. Podríamos estar nadando en la abundancia o quizás en más miseria de la que tenemos actualmente en nuestra tierra. Por esta razón, utilizar este argumento para ganar adeptos a la causa me parece un truco barato. Es más, nadie nos puede garantizar que si empezamos a caminar en solitario nos irán mejor las cosas.
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