Atraer turistas y conseguir que tu destino sea el elegido entre la abundante competencia existente es tarea complicada. Ayuda que la historia te haya regalado un monumento histórico o peculiar o que la naturaleza haya dibujado unos parajes de postal. Pero incluso teniendo a favor alguno de estos factores, la caza del visitante no está garantizada. Qué decir de las escasas garantías de éxito de las poblaciones que carecen de esos atractivos. Pero ante esto hay una solución, el ingenio. Un aliado que puede ayudar a destacar al máximo tus virtudes o lo más espectacular, crear un atractivo de la nada y diferenciarte del resto.
Esto es lo que ha ocurrido en Burón, que te da la oportunidad de ser un liliputiense al sentarte en su nuevo banco de cuatro metros de altura, el más grande de la provincia. El objetivo es claro, atraer turistas ávidos de sacarse una instantánea que compartir en redes sociales o por WhatsApp. La importancia de la imagen en la actualidad es evidente, llegando incluso a situaciones en las que los visitantes sólo se desplazan a uno u otro lugar para sacarse la foto de rigor y continuar el viaje sin profundizar en la historia del escenario elegido. Es este sinsentido el que puede conseguir que el banco de Burón tenga éxito y atraiga turistas que quieran sentirse seres diminutos e inmortalizarlo. Si esta idea gigantesca funciona, espero que no comiencen a salir imitadores con éste u otros objetos, lo que conseguiría que ser liliputiense durante unos minutos ya no tenga gracia.
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