Tanto mentar al fango en el debate público, que éste ha irrumpido en su versión física y no figurada. Las consecuencias fatales son por todos sabidas. Muerte, dolor, rabia e indignación han inundado las zonas afectadas por la Dana. Al desastre natural le ha seguido una hecatombe del sistema. Evidentemente que es imposible responder a la perfección ante una catástrofe, pero de eso a lo que ha sucedido dista un gran trecho.
Al fango que ha cambiado la vida de miles de personas, se le añade ahora el fango virtual que unos y otros se están lanzando para huir de las responsabilidades propias. Es vomitivo ver cómo nuestros representantes públicos no aceptan sin miramientos que han fallado y no han estado a la altura. Allá cada uno con su conciencia, pero créanme si les digo que una vez descubierta la tragedia y siendo conscientes de que se podía haber evitado su magnitud, las mentes pensantes se han dedicado a discurrir cómo poder colocar los muertos, nunca mejor dicho, al rival político. Así de ruin y asquerosa es nuestra política actual y de esta calaña son los personajes que nos gobiernan. Eso sí, al mismo nivel están los tertulianos a sueldo que buscan justificaciones donde no las hay para salvar de la quema a los suyos. Da lo mismo que haya centenares de muertos, el objetivo espurio es el que es.
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